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Sólo sé que nada sé: única forma de encuentro entre el arte y la educación

texto por Julia Buenaventura (em espanhol)

Mesa 1 | El arte como terreno de formación del ciudadano

La superposición de prácticas artísticas y curatoriales en proyectos que hacen parte del arte-plataforma para la formación de la ciudadanía.

Mediación: Valquíria Prates | Invitado virtual: Luis Camnitzer | Estudio de caso 1: Cátedra Arte de Conducta, Tania Bruguera | Estudio de caso 2: Casa M da 8ª Bienal del Mercosur, Paola Santoscoy | Debatedora: Janaina Melo.

 

Sólo sé que no sé nada,

dijo un filósofo, haciendo

la cuenta de su humildad,

adonde lo más es lo menos.

Lope de Vega

 

El tema de la mesa fue arte y educación, dos campos que acostumbran ser enemigos, pues en tanto la educación es la norma, el arte es el cuestionamiento de esa norma. Sin embargo, que también pueden ser amigos: cuando el profesor, en vez de enseñar, se decide a aprender con el alumno. Lo que resulta en que ambos, profesor y alumno, maestro y discípulo, pierden sus papeles sociales y, en vez de estar uno de pié y el otro sentado, quedan juntos, en posiciones iguales [1] .

Es difícil que arte y educación consigan tener este encuentro, pero cuando eso sucede, la cosecha es grande: la educación cumple su finalidad, que es despertar la capacidad de cuestionar, y el arte cumple su tarea, que es justamente compartir las preguntas.

El trayecto de este texto seguirá el orden de las intervenciones: en el primer punto, las de Camnitzer y Bruguera, en el segundo, las de Santoscoy y Janaina Melo, para cerrar con un poco de la conversación que tuvo lugar en el cierre de la mesa en cuestión [2] .

 

1.

Tras la bienvenida de Valquiria Prates a los invitados, fue presentada la proyección de una serie de fragmentos de la entrevista, realizada por Marcio Harum, a Luis Camnitzer, artista, crítico y educador uruguayo.

Desde sus obras de los años 1970 hasta ahora, pasando por su “Genealogía del arte conceptual latino-americano” de 1991 --ensayo que brinda una entrada sobre la especificidad de ese conceptualismo nuestro--, Camnitzer puede ser catalogado como un pensador. Lo que significa que más que interesado en el hacer, está interesado en reflexionar: acción que lejos ser una meditación indiferente y solitaria, siempre estará cuestionando el orden del mundo, y estableciendo puentes con el otro, con la persona de al lado, para conseguir que entre en la discusión propuesta.

El punto de encuentro de sus comentarios consistió en cómo proponer espacios de cuestionamiento, a través de tres ejes fundamentales: educación, obra de arte y educación en arte. Así, haré una síntesis temática que no seguirá la secuencia estricta de los fragmentos proyectados.

Educación. Una educación en su sentido pleno, lejos de ser un entrenamiento, lo que consiste en enseñarle a alguien cómo repetir lo establecido, seguir la norma, se encuentra en cultivar un pensamiento crítico. La crítica se basa en reflexionar, mas que sobre las cosas, sobre su relación, es decir sobre la forma en que esas cosas están organizadas y, de ahí, sobre qué o quién determinó ese orden.

Para cultivar un pensamiento crítico es indispensable realizar una discusión horizontal (a lo que volveré con la intervención de Bruguera), lo que significa que no hay pirámide: una punta de autoridad que decida la última palabra, sino que serán los argumentos de todos, los encargados de establecer las conclusiones. De esta forma, la figura del “maestro” debe transformarse: dejar de ser aquel “que se limita a repartir información”, “un colonizador”, para tomar el carácter de “educador”, ése que aprende con el estudiante, que se arriesga a no tener la razón, haciendo que los otros especulen. Ese profesor, dice Camnitzer, cuya única certeza es la de no tener certezas, lo que posibilita construir el conocimiento en el terreno del diálogo y no de la autoridad, o del poder. (Sócrates entendía bastante sobre este tema.)

Arte. Desde lo expuesto por Camnitzer, arte y educación serían hermanos. Un arte que, desligado del artificio, sea campo del cuestionamiento, de la imaginación y de la especulación sobre cosas imposibles: cuestionar el porqué 2 + 2 es 4 y no 5, por ejemplo, lo que lleva a comprender los números y su diferencia con las palabras. El arte comienza por la capacidad de pensar lo que parece obvio o inmutable, y sólo después es que viene la solución del objeto, el medio que abrirá la comunicación de ese universo.

Educación en arte. Sobre este punto, Camnitzer señaló cómo las escuelas de arte tienden a caer en la artesanía, encargándose de enseñar a producir un objeto altamente refinado, cuando lo que debe primar es la causa sobre la consecuencia, la problemática sobre la solución. Aquí, Camnitzer contó cómo un alumno llegó con la idea de pintar un paisaje, y siendo cuestionado sobre el porqué, el alumno, yendo de una razón a la otra, terminó por descubrir que no era un paisaje su deseo, sino la libre acción de “bailar en el jardín”. Es este “bailar en el jardín” que debe ser la educación en artes, una que verse sobre los porqués y no sobre las finalidades. En la que prime: “La necesidad de haber hecho la obra y no la obra misma”, es decir, la causa sobre la consecuencia: lo que implica un cuestionamiento al el sistema de producción de nuestros días.

Con esta base es posible diluir “la relación entre creador y consumidor, la cual solo le sirve al mercado”, y más aun, es posible fracturar esa competencia del uno contra el otro por el reconocimiento. Lucha instigada desde temprano en las escuelas, pues cuando son autoridad y producto los que llevan el mando, cualquier sentido (porqué y para qué) se pierden, y sólo queda un impulso: ganarle a quién se encuentre cerca.

La siguiente expositora fue Tania Bruguera, artista cubana, con una larga carrera performance y en la educación, y quien comenzó su intervención señalando algunas características de su recorrido, una trayectoria que puede ser entendida como la tentativa constante por no caer en la representación: que el performance no se convierta en teatro. Esto, a través da mezcla de los papeles entre espectador y artista, lo que, de suyo, acaba con la existencia de personajes (papeles a ser representados); e de un trabajo que no puede ser repetido, en tanto es consecuencia de una coyuntura política, de un momento dado.

En su intervención, Tania señaló cómo sus propuestas podrían ser divididas en aquellas de corto –obras y exposiciones–, y aquellas de largo plazo, actividades que escapan de ser piezas para conformarse como proyectos destinados a una transformación social específica, tal como lo fue la Cátedra Arte de Conducta, realizada en el Instituto Superior de Artes de La Habana, entre 2003 y 2009.

La Cátedra, tema central de su participación, es un proyecto que tiene varios puntos comunes con Camnitzer: entre ellos, la horizontalidad, esa búsqueda por anular las jerarquías para que el aprendizaje sea producto de un diálogo.

La idea nació en 2002, después de la participación de Bruguera en la Documenta XI, evento en el cual la artista quedó insatisfecha, ya no por causa de la obra presentada, sino por el efímero, instantáneo contacto de las personas con ésta; contacto que no alcanzaba a convertirse en reflexión, disolviéndose en la prisa de la cantidad de obras a ser recorridas. Asimismo, Bruguera se refirió a la sensación dejada por las últimas ediciones de la Bienal de La Habana y cómo propuestas políticamente comprometidas tendían a convertirse en un mero “turismo político”. Fue, entonces, a partir de la observación de este tipo de problemáticas que nació la idea de ir más allá de las exposiciones y entrar en la educación, que es “el primer lavado cerebral” de las sociedades modernas, planeando una cátedra para formar un pensamiento en arte.

La Cátedra Arte de Conducta tenía una característica fundamental: sólo aceptaba alumnos cubanos. Lo que se entiende en el siguiente contexto: si algo dejó la Revolución del 59, fue una excelente calidad en la educación superior, la cual, después de la Caída del Muro y la profunda crisis cubana de los 90s, comenzó a ser casi exclusivamente para visitantes, personas con capacidad adquisitiva. Cosa que, desde su mismo inicio, la propuesta se encontraba rompiendo un panorama injusto y aparentemente inalterable.

La Cátedra, restricta a cubanos, estaba por el contrario abierta a todas las personas que quisieran inscribirse, sin límite de edad o prerrequisitos académicos; de forma que, los alumnos serían seleccionados por sus propuestas artísticas, sin ningún otro patrón mediante.

Se trató de una escuela de performance, un tipo de trabajo que no le interesa dejar resultado, que entra en lo público, en sus espacios, para muchas veces convertirse en subversivo, pues nuevamente arremete contra cualquier orden impuesto de antemano.

Al final de su intervención, Bruguera explicó que el cierre en 2009, pese a los pedidos de la institución por mantenerla, fue una decisión que tomó cuando ya, como suele acontecer, amenazaba con burocratizarse, o para usar palabras de Camnitzer, convertirse en entrenamiento.

2.

La mexicana Paula Santoscoy, curadora adjunta de la 8ª Bienal del Mercosul, comenzó por explicar cómo fueron realizado los logotipos del evento. Refiriéndose al proyecto de Detánico y Lain, artistas que partieron de la propuesta cartográfica de Buckminster Fuller, quien, tomando el mapa de los continentes, hizo un poliedro posible de ser armado como objeto tridimensional[3].

De ahí, Santoscoy pasó a referirse a dos espacios específicos en la curaduría de la 8ª Bienal del Mercosul: Continentes y CasaM. Continentes es una propuesta de trabajo con galerías de varias ciudades latino-americanas, en donde tres espacios alternativos de Porto Alegre, Santa María y Caxias do Sul, reciben obras de otros espacios establecidos en Quito y Ciudad de Panamá, Asunción y La Habana, Cali y Santa Cruz de la Sierra. Creando, con esto, una propuesta de red, en la que los contactos no necesiten pasar por los centros del poder, para ser realizados.

CasaM, continuó Santoscoy, es un lugar de cruce, el cual se espera una permanencia tras el cierre de la muestra, como propuesta de cubrir los intervalos y no exclusivamente los meses de la exposición Bienal. La casa, que en su nombre sólo conservó la M de “Mercosul”, sirvió para realizar encuentros entre artistas con el público, pero también entre artistas con artistas, generando una situación que debiendo ser habitual, no es frecuente en eventos de gran escala.

Finalmente, Santoscoy anotó cómo estos dos espacios son posibilidad para que las instituciones tengan una parte flexible, no institucional. En suma, “deschongada”, dijo ella, lo que en mexicano significa una especie de caos o fiesta: la antípoda de seriedad o burocracia.

A continuación, participó la Curadora de Arte y Educación del Instituto Inhotim, Janaina Melo (Brasil), quien afirmó que estas dos áreas (arte y educación) no podían ser tratadas como esferas independientes. De ahí, Janaina pasó explicar cómo operaba el Instituto que, vale recordar, tiene su sede cerca de Brumadinho (ciudad de 35.000 habitantes, a 50 km de Belo Horizonte), en una zona no urbana, lo que resulta una característica especial para un acervo de arte contemporáneo. De esta manera, explicó Janaina, el Inhotim tiene una programación, ya no sólo para el público de museos, sino para la comunidad a través de programas educativos y sociales, cuyo deseo es “no conceptuar”, sino “establecer un movimiento en todo lo que se da como espacio vacío, y que puede ser activado, fisurado”.

En tales programas, ha primado la “transformación continua” y la “idea de experiencia”, una que “no solo es placentera, pues también puede darse a través del impacto o del choque”. Al final, Janaina refirió algunas experiencias o historias de los niños visitantes.

 

3.

Terminadas las presentaciones, Tania intervino para oponerse a un punto presentado por su colega: arte y educación, lejos de darse la mano, suelen estar en desacuerdo, pues si la educación es el consenso transmitido, el arte es la revisión de ese consenso. La educación dice lo que debe ser hecho, el arte cuestiona porque ha de ser así.

4 

Inmigrant Movement, Proyecto de Tania Bruguera, 2011

 

En suma, se trata de esferas divorciadas, que no acostumbran encontrarse, pues cuando se encuentran, la una fractura a la otra. El arte quiebra a la educación en tanto el profesor tendrá que dejar su autoridad para preguntar junto con el alumno, sin finalidad ni objetivo. O la educación quiebra al arte, porque termina por enseñar el hacer y a no a cuestionar lo hecho.

Ahora bien, apuntó Tania, las dos convergen en el hecho de ser ambas ideológicas: la educación porque enseña a seguir una ideología (un complejo de creencias) sin develarla, dándola por natural y no por artificial; el arte desde el punto en que es la pregunta sobre cualquier ideología, es el cuestionamiento capaz de revelar que ésta, al ser artificial, puede ser mudada.

Entre otras preguntas del auditorio, Bruguera respondió una sobre su trabajo actual. En este momento se encuentra realizando un proyecto en Estados Unidos, consistente en que los viejos inmigrantes acepten a los nuevos: legalicen su estado, pues ellos, que dicen estar siendo contaminados –como observó la artista–, alguna vez también llegaron,  no estuvieron allí desde el principio de los tiempos.

Y fue allí que el tiempo de la mesa, bastante provechosa, llegó a su finales.”

 



[1] El maestro ignorante de Rancière y la sentencia según la cual “todo hombre es un artista” de Beuys, condensan esta idea: el maestro libre de jerarquía es capaz de producir conocimiento junto con el discípulo, e todo hombre tiene dentro de sí la capacidad de cuestionar, que es justamente la tarea del artista. EN el relato de Maria Capusso sobre la mesa que tuvo lugar en el marco del seminario sobre Joseph Beuys-Nosotros somos la revolución, hay algunos puntos referentes a este aspecto arte-educación, específicamente la pregunta de Dora Longo de Bahia , citada por Capusso “¿Cómo una escuela de arte puede estimular al alumno a tener posiciones radicales y, al mismo tiempo exigirle un seguimiento de las reglas? Ver, en Forum Permanente:
http://www.forumpermanente.org/.event_pres/jornadas/joseph_beuys/relatos/relato-da-mesa-201ctodo-homem-e-um-artista201d

 

[2] Una observación banal: en muchos de los textos escritos en portugués (Brasil) es costumbre llamar a las personas por su nombre, en los escritos en español por su apellido . Así, he decidido realizar una mezcla tan arbitraria como general.

 

[3] Ver José Roca Carto-Gráfico: http://bienalmercosul.art.br/blog/wp-content/uploads/cartografico-esp.pdf (última consulta: 11.10.11)