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El efecto Philco

Cinquenta perguntas acerca do circuito artístico brasileiro, propostas pelo artista peruano Rafael Polar, em que crítica e irreverência estão sobrepostas, e que apontam para o dito “efeito Philco”, relacionado a uma certa opacidade “necessária a todo discurso poético”.

TV Philco


Todavía recuerdo, a principios de los años ochenta, cuando mi padre llegó a casa cargando con una sorpresa que a todos emocionó y deslumbró, no solo por su tamaño y presencia en la sala de nuestro medioclasista hogar limeño, sino porque significó un cambió absolutamente radical de lo que hasta ese momento era para todos nosotros “el mundo exterior”; Me estoy refiriendo al momento en que se reemplazó el viejo televisor Philco blanco y negro por el Sony a colores.

Ahora uno tenia la oportunidad de ver “realmente” las cosas como eran, la relación con la realidad se volvió más estrecha y conmovente, más cercano a nuestra percepción cotidiana. Ahora era posible distinguir los colores de la camiseta de la selección mientras entonaban el himno patrio antes del debut mundialista, notar el aire carnavalesco del escenario del programa de concursos o, simplemente, saber como estaba vestido el presentador del noticiero. Eran diferencias que solo eran notadas a partir de la comparación. Uno enfrenta la realidad que nos rodea con el registro que se hace de ella mediante un instrumento, para después comparar esta con otro registro que busca una proximidad todavía más fiel.

A partir del momento que asumí desarrollar mi trabajo profesional en el campo de las artes visuales –cosa que cuestiono con frecuencia pero siempre con aires de reafirmación- mi actitud de escepticismo y desconfianza delante de las obras ajenas –y las propias también- fué creciendo y agudizándose. No creo que haya sido una cuestión premeditada de rechazo gratuito a lo que no era directamente descifrable; fué, mas bien, un método para observar detrás de lo que, en un primer momento, podría parecerme pretencioso o excesivamente inocente. Y en este juego de interpretaciones hay factores externos a la obra que determinan, a veces exageradamente, la intencionalidad y el tono del mensaje. Es ese “detrás de los bastidores” del artista que esta jugando un papel, a veces decisivo, para la lectura del trabajo desarrollado. Entonces surgen preguntas, la verdad, muchas preguntas. A veces tantas que hasta llego a pensar que para poder hablar del contexto en el que circulan los lenguajes visuales y la poética del idioma artístico en Brasil –y en toda Latinoamérica porqué no, practicando el sano ejercicio de la integración- solo es posible a partir del cuestionamiento. La pregunta como afirmación, la duda como punto de partida para nuevas dudas que no solo nutren y alimentan el espíritu crítico sino que permiten desarrollar una mirada objetiva sobre lo que nos afecta, practicando el desdoblamiento, apartándonos y tomando distancia para observar mejor.

De vez en cuando, en frente de trabajos de artistas que recién conozco –que son la mayoría- tengo una sensación que me incomoda y hasta me hace sentir fuera, es una especie de exclusión unilateral que es ejercida sobre mí por parte del trabajo, como si él fuese solo reservado para un círculo escogido de personas que conocen detalles y circunstancias específicas de su producción, son privilegiados por tener acceso a información que, habitualmente está fuera del alcance del frecuentador sencillo y mortal, y que para mi mala suerte, es determinante para la retórica del trabajo. Comencé a llamarlo de efecto Philco, haciendo nostálgica alusión al viejo aparato que adornara hace ya muchos años el hogar paterno. Este fenómeno consiste simplemente en observar cierto tipo de trabajos con la certeza que estamos perdiéndonos lo más interesante, que por más que tratásemos y aplicásemos metodologías de interpretación, personales o apropiadas, exigiendo nuestra imaginación hasta el desaliento, siempre existiría esa sensación de frustración, de perdida, de perturbación hacia lo que nos era oculto, exactamente como cuando veía televisión en blanco y negro, sabiendo que atrás de la pantalla existía mucho más de lo que estaba presenciando y de lo que se me ofrecía: El efecto Philco. Pero, ¿Cómo este fenómeno alcanzó mi visión de las cosas? ¿Seré yo o serán los “otros”? ¿Debo aceptar pasivamente esta selectividad? ¿La mejor forma de “dar el vuelto” (“dar o troco”) es ser el próximo en provocar el efecto Philco en los demás?

Estuve buscando la manera más sensata de estructurar un discurso que pudiera resumir coherentemente y con cierta lógica –si es que es posible tenerla para definir lo que acontece o va acontecer con los movimientos artísticos- lo que nos afecta y lo que nos influye dentro del entorno que nos rodea, al cual, queriendo o sin querer, pertenecemos y ayudamos a que funcione. Y encontré extremadamente pretencioso y poco elegante, además de arriesgado, tentar crear cualquier juicio con respecto de algo que es, por naturaleza, cambiante e impredecible. No solo son estas características mutantes lo que hacen que el pensamiento artístico actual sea una niebla alrededor de nosotros. Es la distancia, antes mencionada, lo que le otorga condiciones mínimas para que ese pensamiento se observe a sí mismo y madure, si es el caso.

Entonces, desde un punto de vista personal, me pareció conveniente enfrentar esta problemática con lo que me pareció mas acertado: hacer preguntas. Así propongo cincuenta preguntas que fuí coleccionando y que ahora encontré la forma de volcarlas en papel. Son ellas las causantes indirectas del efecto Philco, de esa visión parcial de las cosas que crean dudas a partir de uno mismo como observador y supuesto receptor del mensaje artístico, y también, del creador y su capacidad de controlar esa opacidad siempre presente y necesaria en todo discurso poético. Talvez, esa mirada en blanco y negro, sea por otro lado, necesaria por funcionar como filtro, como barrera, creando también un distanciamiento que permitiría una nueva serie de posibilidades y caminos interpretativos. En fin, el efecto Philco está siempre presente, es solo cuestión de percibir en que grado se está manifestando.


1. ¿Los brasileños se consideran parte de América Latina?
2. ¿El idioma es una barrera cultural tan fuerte?
3. ¿Cuantos “Brasiles” existen?
4. ¿El Modernismo Brasileño acabó o se regeneró?
5. ¿La Antropofagia es un medio o un fin?
6. ¿Mario Pedrosa es moderno o post-moderno?
7. ¿Es necesario estar al tanto del “chisme cultural” (fofoca) para entender los trabajos expuestos?
8. ¿Es justo?
9. ¿Las escuelas de arte deben basarse en la teoría o en la práctica?
10. ¿En el oficio o en la idea?
11. ¿Y los cursos de post-grado, qué papel cumplen y cuan imprescindibles son?
12. ¿Jorge Ben hizo algún curso de post-grado?
13. ¿El Tropicalismo tuvo vida corta o muerte rápida?
14. ¿Cuantos pintores existen en Brasil?
15. ¿Y cuantos no quieren ser pintores?
16. ¿El arte no es una disciplina básicamente urbana?
17. ¿Vik Muniz usará realmente chocolate?
18. ¿Por qué al cine todavía se le excluye de la discusión?
19. ¿Si existe cine de autor, cuál es el cine de no-autor?
20. ¿Acaso, no existen solamente, películas buenas o malas?
21. ¿Brasil es la periferia del primer mundo o la cabeza del tercer mundo?
22. ¿Por qué el objetivo del arte latinoamericano es ser de “primer mundo”?
23. ¿Existe el “arte mediático”?
24. ¿Por que la escuela de música de la ECA no enseña MPB?
25. ¿Lo erudito es más “artístico”que lo popular?
26. ¿Mario de Andrade fue una especie de “capitán” del Modernismo?
27. ¿Disculpen el atrevimiento pero, Tarsila de Amaral fue realmente tan buena?
28. ¿A veces no se exagera las dimensiones de la importancia de ciertos artistas solo para legitimar algunas teorías?
29. ¿La Bienal de São Paulo está funcionando realmente como compendio del arte mundial?
30. ¿La mirada de la Bienal en relación con los otros paises de América Latina no es un poco pedante, soberbia?
31. ¿Por qué se critica “Cidade de Deus”?
32. ¿Porque no es una “película de autor”?
33. ¿El “Mangue Beat” es muestra de la globalización de la música regional o se transformó en otro movimiento de la industria?
34. ¿Cuantos piensan que São Paulo es una ciudad “bonita”?
35. ¿Cuantos “Robocops” más se calcula que se construirán en São Paulo en los próximos años?
36. ¿Ruy Ohtake no merece la cárcel?
37. ¿Obra o proceso?
38. ¿Niemeyer fue un escultor o un arquitecto?
39. ¿João Gilberto está tan olvidado cuanto comprendido?
40. ¿Cuantos artistas reivindican su posición mediante obras?
41. ¿Cuantos artistas reivindican su posición mediante palabras?
42. ¿El efecto Philco realmente existe o es una ironía sin exito? (si es así, lo lamento!)
43. ¿Por qué la fotografía brasileña es tan cotizada internacionalmente?
44. ¿Es una cuestión que el artista creó de forma singular o fue el medio brasileño que formó un estilo determinado?
45. ¿El artista migrante obedece a necesidades de aprendizaje o de desenvolvimiento?
46. ¿El artista brasilero afuera sigue siendo artista brasilero?
47. ¿Un artista peruano en Brasil es una artista que fue peruano y ahora piensa en Brasil?
48. ¿O sigue siendo peruano y piensa en Perú estando en Brasil?
49. ¿Es necesario tener conciencia de la presencia del contexto del arte contemporáneo alrededor o esa función no es, necesariamente, del artista como productor?
50. ¿Acaso la incertidumbre y la duda no es el motor de todo proceso creativo?

 

Diciembre 2002

 

Rafael Polar é artista plástico formado pela Facultad de Arte de la  Pontificia Universidad Católica del Perú e mestre em Poéticas Visuais pela ECA/USP. Vive e trabalha em Lima.

 


Paula Braga, retomando a primeira das cinquenta perguntas propostas por Polar (“¿Los brasileños se consideran parte de América Latina?”), discute esta nossa posição ambígua em Equipo Crónica. Já a questão “¿La Bienal de São Paulo está funcionando realmente como compendio del arte mundial?” é colocada por Aracy Amaral de maneira diferente em Cena Artística: Arte Contemporânea, a partir de exposição ocorrida na Fundação Bienal: “Haveria algo para se surpreender do que é apresentado?”